miércoles, 31 de julio de 2019

El gato con botas, de Mariana Docampo


Vivía en Buenos Aires una viudita con sus tres hijos, en el año 2018.  Arruinados por la crisis, se instalaron primero en una casa tomada en el barrio de Barracas y luego en una casilla de chapa frente al Riachuelo, subiendo por la calle Perdriel. Cuando la mujer se supo enferma terminal, quiso repartir entre sus tres hijos adolescentes sus pocas pertenencias: al mayor le dejó un sillón de su bisabuela, al del medio, su colchón de la época en que vivía el esposo, y al más chiquito una gatita.

Al recibir la herencia, y viéndose obligados a abandonar la casilla por falta de pago, el mayor vendió el sillón en un mercado de pulgas y se hizo de unos cuantos pesos que le sirvieron para alquilarse una pieza en Constitución, el del medio sacó el colchón a la calle y con algunos cartones se armó una vivienda provisoria debajo del puente, y el más chiquito  miró a la gatita y dijo con indignación:

–¿Qué hago yo con esta miserable gata a la que encima tengo que alimentar?

Era ésta, sin embargo, una gata mágica.  Al ver que el joven lloraba desconsoladamente, le dijo:

–Dame tus botas, Fortunato, para que pueda moverme en el yuyal, y yo te haré rico.

El muchacho, sorprendido por el prodigio de la gata parlante, pensó que nada tenía que perder y le entregó sus botas llenas de agujeros, quedándose con unas ojotas viejas a pesar de que era invierno.

La gata lustró las botitas con betún, les pasó la lengua para alisar las arrugas y las dejó como nuevas. Le puso los cordones, que ató con un gran moño, y buscó del fondo del placard un sombrero de la madre difunta de Fortunato con el que adornó su cabeza. Le agregó una pluma de gallina que encontró en el corral de un vecino y, así travestida, salió al camino, en dirección a la calle Darquier. Era sábado por la mañana y había unos pocos turistas frente a la estación de trenes. La gata se escondió detrás de un barril y espió a uno que sacaba fotos a la esquina del antiguo café. Cuando éste se distrajo, le arrebató el celular y volvió a esconderse. Dejó pasar unas horas, y cuando vio que se había hecho de noche salió del escondite y respiró hondo. El empedrado brillaba bajo la luna.

La gatita corrió por las vías hasta la orilla del Riachuelo, apoyó el celular cuidadosamente sobre la rama de un árbol medio podrido y se hizo la muerta. Cuando una paloma nocturna voló hasta ella, la gata la agarró del cogote y luego estiró la mano hasta el celular, puso la carita de la paloma sobre su mejilla, sonrió y se sacó una selfie. Como la cámara era muy buena, las siluetas de la gata y la paloma iluminadas por la luna se recortaban nítidas sobre el pastizal, que parecía, por efectos de la luz, el césped del parque de un palacio. Soltó la paloma y ésta voló hacia las fábricas. La gata se conectó a internet y abrió una cuenta en Instagram con el nombre de “El Marqués de Carabás”. De inmediato, comenzó a seguir a toda la gente que pudo poniendo corazones a diestra y siniestra, y enseguida obtuvo seguidores. Subió la foto, y puso al pie:

“Os muestro esta palomita de la magnífica colección de aves del Marqués de Carabás. Es una Modena Pigeon”.

Enseguida llovieron corazones y comentarios:

–¡Muchas gracias gato! Dale mis cumplidos al marqués.

–Qué hermoso es tu pájaro, y también vos sos hermoso, iluminado por la luz de la luna.

–La pluma de tu sombrero, gato, es preciosa. Tu dueño debe ser un gran señor.

Otros decían:

–Demonio, deberían acuchillarte y descuartizarte frente a todos por tener presa a una paloma.

Tal fue el éxito de la publicación, que la gatita obtuvo cientos de corazones en menos de media hora. Borró enseguida al que le había hecho el comentario adverso y lo bloqueó. Y así hizo con todos los que ponían alguna objeción a la foto, dejando solo los comentarios positivos. Repartía corazones por todas partes; seguía a muchos para que a ella la siguieran.

Otro día fue a la Reserva Ecológica y atrapó una iguana.

–Os muestro este raro espécimen de la colección de cocodrilos del Marqués de Carabás. Como veis está bien alimentado y goza de perfecta salud en la famosa reserva de mi señor. En la foto, se veía a la gatita acariciando a la iguana y sobre ella parecía volar libremente una mariposa que en realidad estaba seca y enganchada a un largo alambre clavado a la tierra.

–¡Qué espectacular, gato! ¡Muchas gracias!

–¡Qué bella mariposa!  Seguro que es africana.

–¡Fotaza!

–¡Te vamos a demandar a la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal, lacra!

Entonces la gatita borró el comentario en contra y puso más corazones a los que le escribían cosas positivas. De este modo sumó más y más corazones para sus fotos de Instagram y abrió cuentas en Facebook y en Twiter. Corrió al rancho y pidió a Fortunato que se levantara. Cortó una sábana vieja y cosió un cuello como de camisa, y sobre una pequeña tira blanca pegó piedritas que parecían botones extravagantes. Luego desnudó a Fortunato, le metió la cabeza por el cuello de la camisa, y cubrió el pecho desnudo con la tela para hacer que pareciera un fino jubón. Buscó en el ropero un saco de la madre y se lo puso al muchacho, alisándole las hombreras con sus patitas. La gata peinó el pelo de su amo con grasa de chancho, y lo hizo salir al yuyal. Le sacó una foto con el Riachuelo detrás, y como atardecía y había niebla no se reconocían las fábricas de Avellaneda, que parecían más bien siluetas de edificios de un gran imperio. Fortunato daba la impresión de ser un acaudalado hombre de negocios de nuestra época, con río propio y dueño de una ciudad.

Fue confeccionando de este modo todo tipo de fotos que mostraban a Fortunato en poses de éxito y riqueza, siempre sonriente.

–Éste es mi amo, el marqués de Carabás. Los quiere mucho a todos.

La gata fotografiaba a Fortunato ora salvando palomas y todo tipo de animales del suburbio que parecían exóticos especímenes, ora barriendo él mismo el piso de lo que decía ser su palacio. Lo cual logró haciendo zoom con la cámara hasta los azulejos de la cocina del rancho del vecino al que le iba mejor y que había lustrado previamente hasta dejar brillantes.  Luego arregló las roturas con photoshop, e hizo algunos collages para que pareciera el piso de mármol de una mansión.

–Miren a mi amo, con tanta plata y tantas propiedades y sin embargo aquí lo vemos barriendo él mismo el piso de su palacio.

–¡Cuánta humildad!

–¡Qué gran ejemplo para nosotros!

A un costado de Fortunato pegó la imagen de tres mujeres vestidas con ropas de mucama aplaudiendo:

“El personal del marqués de Carabás también los quiere mucho”.

–¡Cuánto tenemos que aprender del marqués de Carabás!

–Qué lindo sos gato, me gustaría invitarte a cenar.

–Te amo gato.

Como vio que las poses ejemplares tenían éxito, agregó otra.

–Ohhh… ¡El marqués lava su propia ropa!

–¡Gran tipo!

–La sencillez del mejor.

Un día tocó la puerta a un vecino y le pidió que le diera la mano a Fortunato para tomarles una foto.

“El marqués de Carabás visita las villas miseria porteñas”.

“Miren a mi amo alimentando a un niño pobre”. (Era Fortunato dándole Nestum al hijo del vecino)

También lo hizo leer un gran libro de tapa dura que robó de un puesto de usados en la feria de San Telmo.

“El marqués de Carabás se interesa por la cultura”.

Otro día:

“El Marqués de Carabás escribe su propio libro”.

“El marqués de Carabás defiende los derechos humanos”.

Puso la foto de Fortunato con la bandera multicolor:

“El marqués de Carabás es gay fiendly”.

“Nuestro amado marqués defiende los derechos de las mujeres. Aquí lo vemos en la Marcha del 8M”.

–¡Qué genio!

–Te queremos, gato. Dale nuestros saludos al Marqués.

La fama del Marqués de Carabás llegó a ser tan grande, que incluso se hablaba de él en la televisión y salió en primera plana de los diarios más importantes del país.

“El misterioso Marqués de Carabás conmueve a los argentinos de la mano de su Gato con Botas”.

“¡Miren el nuevo peinado del Marqués de Carabas!”

“El Marqués de Carabás busca novia.”

“Árbol genealógico del Marqués de Carabás. Como verán, se remonta  a Felipe II de España”

–Ohhhh…

–Wow!

–¡Dios mío, gato!

–Sos una lacra oligarca, gato, vos y tu marqués. No te queremos en la Argentina.

–¡Odiamos a la monarquía!

–¡Muerte al marqués y al gato farsante!

La gatita eliminó de inmediato los mensajes en contra y bloqueó a los que los enviaban. Abrió otra cuenta llamada “La Emisaria” y desde allí mandó este mensaje: “Metete en tus cosas o te mato”. Luego les hizo el antiguo gesto de pasarse la mano por el cuello, como que le iba a cortar la cabeza.  Después bajó una foto de internet del palacio Alvear y le hizo algunos cambios con photoshop. Agregó la silueta del marqués adelante y la colgó a Twitter, Instagram y Facebook a la vez:

“El palacio del Marqués de Carabás”.

–Te admiro mucho, gato.

“Charla del Gato con Botas en el Bar Notable Julián Centeya”.

“Esta noche en FM Obelisco el Gato con Botas conversa con nosotros sobre las virtudes del Marqués de Carabás”.

“Conferencia del Gato con Botas en la Universidad de Buenos Aires sobre la esclavitud en la época colonial”.

“Hoy Fondue au fromage. Invitado especial: el Gato con Botas”.

“El gato con Botas llega al Malba”.

La fama del marqués de Carabás, unida al nombre del Gato con Botas fue tan grande que un Youtuber muy famoso llamado Repko comenzó a hablar de ellos y la dupla alcanzó notoriedad entre niños y adolescentes, que incluso crearon un rap en el que gato y amo eran protagonistas. Detectaron al instante que el gato no era gato sino gata, o más bien gate, y a partir de ahí el gatx con botas se convirtió en un ícono trans. Se hablaba de elles en todas partes: clubes, comercios, reuniones de escritores, e incluso entre algunos políticos, que retwitteaban sus posteos para captar nuevos seguidores.

Un día, la gatita, decidió que era el momento de dar el golpe de gracia y llamó a Fortunato. Le dijo:

–Hoy es un día muy importante, haré que tu suerte vire 180 grados. Serás rico para siempre!

Fortunato seguía sin creerle. Si bien la fama y el reconocimiento virtual lo habían mantenido entretenido todo este tiempo y lo habían halagado en su vanidad, en nada había cambiado su situación de indigencia. Pronto tendría que dejar la casilla del Riachuelo por falta de pago.

–Lo primero es abrir una cuenta bancaria –dijo la gata dando pasos largos adentro del rancho, con las patas delanteras cruzadas atrás, como si fueran brazos.

Con la ayuda de un estafador del que se había hecho amiga por internet, creó una fundación llamada “Salvemos a los animalitos del Marqués de Carabás”. Hizo un posteo en Facebook:

“Queridos amigxs. Es triste para mí comunicarles que las exóticas palomas de nuestro amado Marqués de Carabás, así como los conejos, los bambis, las lechucitas y tantas otras especies de raros y hermosos animales de nuestra reserva y que tantas satisfacciones nos han proporcionado corren hoy peligro de muerte. Son variedades que, como todxs sabemos, el marqués cuida desde hace muchos años, y que ahora podrían morir pues están siendo envenenadas por alimentos rociados por agro tóxicos de Monsanto, que afectan sus pancitas y los hacen vomitar. En este momento más de mil animales exóticos del Marqués están gravemente enfermos. ¡Pongan play!”

La gatita colgó un video de unas cuantas palomas cachuzas y un ratón muerto de hambre que encontró a la orilla del Riachuelo. Comenzaron a llover comentarios:

–Nooooooo.

–¡Con los animales no!

–Muerte a los asesinos de palomas y ratones.

–¡Fuera Monsanto de nuestro país!

“No basta con mostrar enojo, hermanxs –escribió la gata, debajo de la foto de una paloma descuajeringada–. ¡Llegó el momento de actuar! El marqués nos necesita a todos”.

La gatita subió a Twiter un collage que combinaba la foto de jóvenes de ropas coloridas con otra de un galgo moribundo en la camilla de una veterinaria.

“Sigamos el ejemplo de Greenpeace que se solidariza con el Marqués de Carabás”

“Aquí voluntarios de ‘Médicos sin fronteras’ colaboran con la Fundación ‘Salvemos a los animalitos del Marqués de Carabás’”

“Es el momento de actuar con generosidad –decía la gatita en un video que grabó en el rancho y subió a Youtube–. Llegó el momento de acompañar al Marqués de Carabás en su cruzada ecológica –levantó una pata para acomodarse la pluma que le tapaba la frente–. Y puesto que él es como un padre para todxs nosotrxs, no podemos dejar que luche solo contra el malvado coloso. Donemos a la Fundación lo que cada une podamos, y ayudémoslo a proteger a nuestros animalitos. ¡Luchemos juntes contra el sistema capitalista!

–¡¿Qué?!

–¿Estás psicótico, gato? ¡A quién le importan esas palomas de mierda!

–Poné vos la plata, payaso.

–Puto, maricón. ¡Andá a joder a otro país!

La gatita borró de inmediato los comentarios.

–Por supuesto, gate. ¡Nadie permitirá que mueran los animalitos  del Marqués de Carabás.

–Aquí te entregamos una colecta de la Iglesia de Pompeya que hicimos el domingo en misa.

–Te depositamos las ganancias de la fiesta de egresados 2018 del Normal 3 de Arroyo Seco.

–Acabamos de transferir a la cuenta 40.000 euros donados por la Fundación española FundaFlamenco.

–Amnistía Internacional junta firmas en adhesión a la cruzada.

–En los Estados Unidos abrieron una cuenta en el TV Show “Tell your story” y se reunieron más de setenta mil dólares. ¡Y la suma aumenta!

Se organizó una marcha en Avenida de Mayo en apoyo al Marqués de Carabás y los vendedores de chorizos y de hamburguesas donaron parte de los ingresos a la Fundación.

“El Marqués de Carabás está muy conmovido de que los argentinos pongan el cuerpo para apoyar a esta justa causa”.

–Querrás decir porteños, gato centralista, esto pasa solamente en Buenos Aires. Nosotros en Santiago del Estero no nos enteramos de nada.

–En la ciudad de Zapala, Neuquén, también hacemos marcha en apoyo al Gato con Botas y al Marqués de Carabás.

–¡Les entrerrianes también apoyamos la Fundación del Marqués!

La gatita le sacó una foto llorando a Fortunato y la colgó a Instagram.

“Gracias a todxs. Lxs amo mucho”.

–¡Qué emoción!

–Hero!

–You are lovely!

La foto se replicó en todas partes.

“El marqués de Carabás se conmueve frente a las cámaras a causa del gran apoyo de su gente”.

–¡Devolvé la plata, ladri!

–La Barrick Gold financia al Gato con Botas.¡El marqués responsable de la destrucción de nuestros glaciares!

–Fuga de capitales a través de la Fundación Salvemos a los animalitos del Marqués de Carabás.

–¡Fuera sucio gato de nuestro país!

–¡Basura!

La gatita borró los comentarios y desde su cuenta “La Emisaria” envió amenazas a todos los perfiles que se oponían. Les escribió la V de vendetta en los muros y los denunció como spam.  Mientras tanto, abría más y más cuentas bancarias para poder contener el dinero de los fans del marqués que llegaba de manera incesante.

Tan alta fue la recaudación, que Fortunato se hizo rico en pocos días, y se compró casas, autos, camionetas, lanchas. Se daba todos los gustos. Pero como no olvidaba sus raíces, su casa principal estaba en el barrio de Barracas. Era un antiguo conventillo que convirtió en palacete, con pisos de mármol y fino mobiliario. Allí alojó a sus dos hermanos y también a gente de la calle. Había decidido usar parte de su dinero para hacer obras de caridad.

La gata mágica administraba las cuentas de Fortunato. Abrió una oficina de amplios ventanales en Puerto Madero, y logró que su amo aumentara su patrimonio hasta llegar a sumas siderales pues comenzó a vender a empresas y partidos políticos los datos de los fans que lograba captar hackeando los sistemas de privacidad de las redes sociales.

Creó dos líneas de inversión: por un lado la  plata destinada a seguir haciendo crecer la fortuna del marqués, y por el otro, la que iba a parar a fundaciones e instituciones de bien público, comedores de barrios carenciados, escuelas rurales, hospitales, asilos de ancianos. De este modo, el  dinero fluyó a partir de entonces sin parar entre ellos dos, y las otras personas que también lo necesitaban.

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